Diferencia entre revisiones de «Participación de los destinatarios»
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resultados de las actividades y proyectos propuestos, valorar los logros, identificar las dificultades y revisar y modificar aquello que permita avances, considerando estas instancias como parte de un proceso de aprendizaje para todos. Donde tiene lugar un aprendizaje significativo, hay cambio y hay crecimiento. | resultados de las actividades y proyectos propuestos, valorar los logros, identificar las dificultades y revisar y modificar aquello que permita avances, considerando estas instancias como parte de un proceso de aprendizaje para todos. Donde tiene lugar un aprendizaje significativo, hay cambio y hay crecimiento. | ||
Si se toma esta herramienta como práctica cotidiana fortalecerá al grupo, y le dará la posibilidad de generar acciones que promuevan el "encuentro con el afuera" (las demás instituciones, los padres, la mirada social, la comunidad frente a los pibes) en donde puedan pensarse acciones comunes que propicien transformaciones en un ámbito más amplio. | Si se toma esta herramienta como práctica cotidiana fortalecerá al grupo, y le dará la posibilidad de generar acciones que promuevan el "encuentro con el afuera" (las demás instituciones, los padres, la mirada social, la comunidad frente a los pibes) en donde puedan pensarse acciones comunes que propicien transformaciones en un ámbito más amplio. | ||
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+ | === Ideas sobre la participación en salud. 23 de agosto, 2018 === | ||
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+ | En la cuestión de la participación y cómo interpela el campo de la salud aparece el problema de la propia representación de la idea de salud. La idea de participación comunitaria implica participar en algo que entendemos como común. “En cuanto al concepto de comunidad, su etimología refiere a su calidad de común, a aquello que no siendo privativo de uno solo, pertenece o se extiende a varios.” El pensar la salud como algo común y no como un constructo individual-biológico aparece como un gran desafío para promover la participación comunitaria en salud. ¿Porqué ser parte de un proyecto colectivo vinculado a la salud si ésta es un problema individual? | ||
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+ | Aquí también se pone en juego la dificultad de la participación en una sociedad individualista, competitiva y consumista, donde los objetivos individuales y privados se imponen a las necesidades comunes. Las propuestas neo-liberales se sostienen en estas ideas de la responsabilidad personal y la culpabilización que tienden a ocultar las responsabilidades políticas y sociales en los procesos de salud-enfermedad-atención y cuidado. En esta línea, ciertas posturas de participación estuvieron al servicio de des-responsabilizar el lugar del Estado en su función de garantizar el derecho a la salud. Menéndez en sus escritos, vincula ésta cuestión con una interpretación particular de la idea de APS que deja a la comunidad, y principalmente a los sectores populares, a cargo de cuestiones en las que el Estado diluye sus responsabilidades. | ||
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+ | Otra cuestión a tener en cuenta en el problema de la participación social en salud es una disputa por el modo en que se va construyendo la idea de “derecho a la salud”. Aparecen tensiones entre una idea de derecho sólo como “reclamo de servicios” que no permite una apropiación y una construcción colectiva del derecho. Por otro lado, también se construye una idea de derecho como oportunidad colectiva. Este modo de pensar el derecho no abandona la conciencia de la responsabilidad del Estado pero también promueve la organización comunitaria y la recuperación de los saberes populares en la construcción de la salud comunitaria. En este sentido, la salud como derecho colectivo implica poner en tensión distintos modelos de ciudadanía y de modos de construcción de la subjetividad. | ||
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+ | Algunas corrientes alimentan la representación de “una sociedad de consumidores”, que invita a pensar los derechos sólo como el derecho individual al acceso de “ciertas personas” a “ciertos servicios”. Por el contrario, una idea de ciudadanía colectiva y participativa involucra pensar en la democracia como un sistema que debe garantizar desde el Estado la posibilidad de construir junto a las personas y sus organizaciones un modo de organización social más justo que permita el ejercicio de derechos a toda la población. | ||
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+ | Consideramos que un equipo de salud que se proponga promover una participación comunitaria genuina debe asumir una posición ético-política ya que: “involucrar al individuo en una actividad colectiva tendería a superar la atomización social y posibilitaría la construcción de una subjetividad no centrada en lo privado”. | ||
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+ | Para seguir complejizando estas cuestiones, encontramos otras representaciones que afectan negativamente la participación en salud. Por ejemplo las representaciones acerca de lo público como gratuito pero de mala calidad y lo privado como de buena calidad y accesible a partir del mérito social. En este sentido, las bocas de distribución pueden verse afectadas por esta representación. | ||
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+ | Desde los equipos de salud que participamos en esta experiencia, buscamos procesos de acompañamiento y encuentro en el cuidado de la salud de los diferentes actores, pensando también el uso del preservativo como un problema de salud colectiva. Por ejemplo, las escuelas son una oportunidad de debatir estas cuestiones como un problema social y no individual. Pensar a los adolescentes y jóvenes como multiplicadores en estos temas aparece como una oportunidad. | ||
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+ | Por último, consideramos que el contexto actual también brinda oportunidades para disputar el imaginario social instituido referido a la salud como problema individual (obturante de la participación comunitaria) y tensionarlo con nuevas ideas instituyentes para pensar la salud como problema social (idea impulsora de la participación en salud). | ||
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+ | En este año, 2018, en Argentina y particularmente en la CABA es interesante pensar cómo interpela a nuestra experiencia de la “Red de distribución de preservativos” el enorme movimiento de “pañuelos verdes” por la aprobación legislativa de una norma que reemplace la ilegalidad del aborto. | ||
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+ | Este movimiento de participación social es un ejemplo de lucha por una política pública diferente respecto a la salud desde una mirada política y comunitaria. Es interesante identificar que los enfrentamientos ideológicos y políticos que caracterizaron este debate y que son comunes a cualquier situación de disputa social parecen dejar también un terreno de acuerdo: la consigna de Educación sexual y uso del preservativo parece ser un punto de encuentro entre las posturas enfrentadas respecto de este tema. | ||
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+ | En este sentido, este contexto nos permite pensar que la participación en salud también implica estar atentos a acompañar y aportar a los movimientos de participación que van asumiendo autónomamente ciertas demandas y disputas de sentido. | ||
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+ | Por último, desde una mirada más micro de este tipo de experiencias reflexionamos acerca de la importancia de generar espacios de participación genuina en los temas de salud que permitan abordarlos en toda su complejidad y no solamente desde la mirada más normativa y clínica de los equipos de salud. En la cuestión del uso del preservativo es necesario animarse a tomar en cuenta las necesidades genuinas de la población. Por ejemplo, nos cuestionamos acerca de la ausencia de la problematización dialógica sobre la dimensión del placer en estos espacios. |
Revisión del 19:59 23 oct 2018
El texto que se expone a continuación surge del trabajo de síntesis realizado por el Equipo Central de Reprasis, a partir de las contribuciones de los sistematizadores, desde mediados del 2007, hasta finales de abril de 2010. Dicha síntesis es el resultado de los cientos de aportes de los sistematizadores, cuya tarea se realiza en la Fase IV, “Conceptualización”, aportando su reflexión sobre los aspectos más sobresalientes de su práctica. ¿Cómo llegan los sistematizadores al espacio de gestión colectiva de conocimientos? Cada uno lo hace a partir de las paradojas que identificó en su práctica en la Fase III, “Interpretación”. Sin embargo, los sistematizadores libremente pueden trabajar (y así lo han hecho) en los diferentes temas de discusión propuestos en el espacio de gestión colectiva de conocimientos, incluso proponiendo nuevas conceptualizaciones. El sentido de un espacio colectivo de generación de conocimientos radica en la capacidad de generar procesos de síntesis, y de ir identificando los aspectos que surgen con regularidad. Esto genera, con el paso del tiempo, un consolidado de temas y abordajes de los mismos, al que podemos acceder sólo en la medida que –respetando el espíritu y sentido literal de las expresiones vertidas en el espacio común por los sistematizadores- logremos identificar las principales regularidades y podamos dar cuenta de ellas de manera concisa, precisa y comunicable. Con este sentido, esta tarea fue y será realizada por el Equipo Central de Reprasis, de manera periódica. Cada uno de los aportes particulares están presentes en los conceptos generales que a continuación se presentan: éstos surgen de los primeros, y no de elaboraciones propias del Equipo Central de Reprasis. Los sistematizadores podrán acceder al proceso previo de generación de la presente síntesis, accediendo a la opción “Historial”: este espacio es la memoria de todos los aportes y modificaciones realizadas desde la creación del espacio colectivo de conocimientos. De tal manera, que esta síntesis no elimina los aportes particulares de cada uno de los sistematizadores, sino que están doblemente incluidos: en el “Historial”, en su versión textual; y en el actual síntesis elaborada por Reprasis.
INTRODUCCIÓN
La participación de los destinatarios de una determinada práctica social se ha convertido, en las últimas décadas, en uno de los pilares centrales sobre los que se asienta la crítica a los modelos de acción social asistencialista. El asistencialismo no permitía más lugar al destinatario que el de ser un mero receptor de acciones de ayuda o apoyo ante situaciones de vulnerabilidad.
La ruptura con dicho modelo supuso una profunda reflexión sobre este tema y abrió la posibilidad de nuevas formas de intervenir en la realidad social, donde el destinatario participa en el diagnóstico, desarrollo y evaluación de las prácticas en las que está involucrado.
Si bien este nuevo modelo horizontal y democrático goza actualmente de un gran consenso intelectual, muchas veces la implementación de estos postulados no son tan simples de llevar a la práctica. En general, todos estamos de acuerdo y adherimos -en nuestros equipos de trabajo- al supuesto de la participación, pero: ¿hemos sido capaces de crear y mantener mecanismos para escuchar estas voces? ¿qué pasa cuando lo que escuchamos en esas múltiples voces no concuerda con los objetivos previstos por el equipo de trabajo?
El sostenimiento de la participación de los destinatarios de la práctica es un problema común en las prácticas sociales de diferente tipo. Aunque la práctica haya surgido de pedidos o demandas o identificación de problemas en la comunidad, grupo o personas a las cuales va dirigida, suele suceder que la participación tiende a mermar con el paso del tiempo. Aburrimiento, falta de incentivos, problemas estructurales (pobreza, etc.) son los factores que inciden en esta situación.
Cada práctica social tendrá experiencias diferentes con esta temática, la idea es poder compartir aquí estos saberes relacionados con la participación de los destinatarios.
Contenido
- 1 El contexto de los espacios participativos
- 2 Fortalecer los espacios de participación existentes
- 3 Generar espacios en los que "la palabra circule"
- 4 Enfrentar el problema de la participación: observar lo que pasa y establecer caminos alternativos
- 5 La construcción y las necesidades de los destinatarios
- 6 Reflexionar sobre la participación
- 7 Interacción entre la organización y los destinatarios
- 7.1 Construir espacios participativos en la interacción entre quienes diseñan los proyectos y los destinatarios
- 7.2 Incluir a los destinatarios en tareas metodológicas
- 7.3 Incluir la participación desde el comienzo del proyecto
- 7.4 La participación en la evaluación de los procesos
- 7.5 Crear vínculos como camino hacia la participación
- 8 Destinatarios como protagonistas del cambio
- 9 Trabajar en forma personalizada con los destinatarios requiere un equipo de trabajo que pueda responder a esa exigencia
- 10 Experiencias
El contexto de los espacios participativos
Condicionantes que definen la participación
Cuando se plantea el tema de la participación es necesario especificar de quién y cómo. Desde allí comienza un largo camino donde existen varios condicionantes (el entorno, la población, la práctica y el técnico) que van a definir las modalidades de la misma. Hay que pensar la participación a partir del contexto de la práctica. Esto es clave porque no existe una receta perfecta para que la gente se sume.
Sin embargo la participación puede estimularse si se conocen los intereses de la población y si se les acompaña en un proceso de discernimiento de las necesidades y prioridades que les aqueja. Una confrontación de sus sueños con la realidad contractual. Que puedan decidir iniciar un camino al cambio o quedarse en la situación actual. En consecuencia la participación se puede generar a propósito de estímulos. De un ver, juzgar y actuar. En la confianza de que toda persona puede autogestionar cambios, si se lo propone, mejor lo hará si hay motivaciones personales y/o colectivas y más si se le insentiva a que todo puede ser diferente con acciones pensadas y pasos seguros a dar. Hay que lograr que la población recupere su protagonismo, para ello es menester acompañar y no señalar el camino. Sí, se pueden abrir alternativas para que la población decida. La participación masiva no surge por generación espontanea, ésta debe ser estimulada y es un proceso lento y mucha de articulación.
Interactuar con grupos familiares en gran vulnerabilidad social, con problemáticas asociadas a contextos de exclusión social y deficitarias competencias en el ejercicio de su rol intra y extra familiar, supone une esfuerzo extra para promover en ellos la necesidad de los espacios de soporte y crecimiento, por un lado y la recuperación de sus expectativas de auto-eficacia, es decir volver a creer en ellos mismos en su individualidad y como colectivo familiar para poder superar las problemáticas que les entrampan. De igual forma es necesario incidir en las familias beneficiarias el agruparse con sus pares en los entornos comunitarios, a fin de poder solucionar problemáticas que a primera vista son individuales y particulares a ese grupo familiar, de manera colectiva, al identificar indicadores en común que les afectan y potenciadores que en conjunto los pueden resolver.
Organizaciones de base y diagnóstico
En general, cuando se trabaja con organizaciones de base –creadas a través de las propias motivaciones de un grupo de personas- el espacio participativo ¿se ha establecido sin diagnóstico previo?. Las motivaciones de un grupo de personas que deciden juntarse responden a una coincidencia en su diagnóstico, respecto de un asunto determinado. lo que pasa es que no se hace explícito a través del lengueje escrito, pero en definitivas se juntan porque comparten una misma mirada y anhelos de cambio en del objeto o fenómeno que observan y que les gustaría que fuera de otra manera. Entonces hay un diagnóstico previo, individual y luego colectivo. Se juntan con una misma lectura o aproximación respecto de lo que está viendo cada quien. Es un proceso que a medida que se desarrolla puede tomar forma más clara y estructurada. Igualmente el diagnóstico es crucial porque permite priorizar las necesidades reales, las inquietudes y deseos de un grupo o del barrio. El aporte de los que montan el proyecto debe ser, de buenos facilitadores (con sus conocimiento y ténicas sociales) para que más allá de lo que ellos consideren, como bueno y oportuno, sean los mismos destinatarios los que hagan el camino hacia lo que esperan y definan el cómo, cuándo y por qué. Las necesidades pueden estar en el imaginario de un grupo, población o barrio y se va explicitando a medida que las personas comparten sus inquietudes,observaciones y sueños. Pueden ser protagonistas y destinatarios a la vez de un proyecto. No obstante hay un destinatario que por condiciones etáreas y de vulnerabilidad su participación es más pasiva, participa en cuanto recibe un beneficio y continua su desarrollo evolutivo o su moratoria para hacerse cargo de sí mismo. Es el caso , por ejemplo de niños, niñas y adolescentes que son maltratados, abandonados, desertan del sistema educativo o viven institucionalizados (Hogar de albergue o acogida); En estos casos se requiere que el Estado o profesionales y técnicos, adultos, determinen, en términos proteccionales y conforme a su interés superior, que no está definido por ellos mismos sino por la declaración universal de sus derechos, lo que es mejor para ellos en un contexto de protección y aseguramiento de su desarrollo. La participación de los destinatarios es entonces una realidad posible desde sus competencias, posibilidades y oportunidades como seres humanos en el llamado a ser co-creadores de un mundo con mayor dignidad para sus existencia.
Causas de la falta de interés de los destinatarios
Una causa de la falta de interés de los vecinos es la ruptura (que tiene 30 años de antigüedad) de cualquier forma de participación en los barrios y el aniquilamiento de lazos solidarios y surgimiento a pleno del individualismo en la década de 90. La escasa participación es uno de temas que inquietan y llevan a buscar (a veces) distintas formas para lograrla.
La participación es una conducta aprendida y puede ser estimulada, según lo que se observa a través de la experiencia. Hay situaciones que pueden influir para no incorporar una conducta participativa, ausencia de estímulo, inhibiciones, desconfianzas, miedos fundados e infundados, etc. Las dictaduras, por ejemplo inhiben la participación sobre todo a las disidencias al régimen dictatorial y cuando una dictadura se extiende en el tiempo no sólo inhibe sino aniquila la participación. La ausencia de conductas participativas estimula un aprendizaje individualista, no se siente la necesidad del otro, se aprende a prescindir de la ayuda del otro. Los miedos y desconfianzas se arraigan en periodos de dictaduras por una suerte de sobrevivencia. En consecuencias pueden haber generaciones sin expresiones de participación, por esta ausencia, de no haber experimentado ni siquiera visto gestos de participación no se valora la necesidad de acciones conjunta, porque por periodos esta conducta se tornó peligrosa. La otra persona es un peligro que puede desestabilizar mi seguridad. Dividir para oprimir, parece ser la consigna de los dictadores, entonces en democracia hay que retomar procesos de participación que empiezan muy tímidas nuevamente y se requiere ir recuperando poco a poco las confianzas, el necesitarse, el volver a creer de que juntos podemos más. Hay que interrogar la historia, porque podemos encotrar periodos de participación significativa de parte de juntas de vecinos, donde se lograron urbanizaciones, mejoras de vivienda, comedores populares, eventos recreacionales, construcciones de escuelas, etc. Entonces parece que no hay falta de interés, más bien éste fue anulado por periodos de oscuridad. Los nacidos y nacidas en este periodo crecieron con esta triste realidad. Hay que recuperar entonces nuestra naturaleza asociativa, abrir las ventanas del mundo que nos muestran realidades de vida más humana en el encuentro con el otro. Es un proceso, ciertamente. Y como es un proceso y no se da de la noche a la mañana es importante que las organizaciones que trabajan con chicos puedan generar conciencia haciendolos participantes activos de la realidad y que concozcan sus derechos y obligaciones. Solo de esta manera, de forma progresiva y constante se podrán logar pequeños pasos que formen un gran cambio.
El problema del asistencialismo y su incidencia en la participación
El asistencialismo, que ha sido y sigue siendo una práctica muy extendida, se ha instalado en la cultura y esto repercute en las prácticas a la hora de poner en juego la participación en las organizaciones.
El asistencialismo ha sido y sigue siendo una práctica muy extendida en Argentina y se encuentra enraizada en la cultura a tal grado que nos hemos acostumbrado al mínimo esfuerzo.
Como práctica extendida, es común que las organizaciones se vean a diario exigidas a salir al cruce de demandas urgentes de los destinatarios (chicos, jóvenes, familia) que requieren la intervención de los educadores en situaciones puntuales. Esta respuesta inmediata a la “emergencia” hace que pierdan de vista los objetivos que direccionan sus prácticas y hasta que ocupen roles que no les compete, como en el caso de un educador que acompaña a un adolescente en situaciones que corresponde que lo hagan sus padres. Reflexionar sobre la práctica regularmente en reuniones de equipo, ayuda a analizar en conjunto las situaciones y los modos de intervención, a fin de evitar repetir esas conductas y futuros “desbordes” Asimismo, realizar el acompañamiento de los destinatarios y la reflexión y análisis de la situación conflictiva que vivan, en donde sean ellos mismos quienes se ejerciten en la toma de decisiones, progresivamente redundará en un aumento de confianza en sí mismos y en la valoración del esfuerzo personal.
El asistencialismo como concepto originario, de principios del trabajo social donde se "asistía" a un otro que no se le reconocían capacidades de autogestión, es obviamente contrario a los principios actuales de interacción. Pero no debemos confundir con la necesidad de acompañamiento de aquellos sectores excluidos en nuestras sociedades, donde aún existen familias con necesidades de primer orden insatisfechas, que perpetúan sistemas precarios de vida al no saber como acceder a las políticas asistenciales, que el Estado destina. Aún como sociedad tenemos grandes brechas sociales y aún es necesario ese asistencialismo que acompañe a los menos favorecidos y visibilice al Estado que están ahí y presentan múltiples necesidades. No debemos invisibilizar a aquellos menos favorecidos, que aún el Estado está en deuda, y a quienes es más fácil olvidar u obviar en la política pública porque no cuentan con capacidades biopsicosociales para poder autorepresentarse sus demandas y exiguir principios de igualdad y equidad.
La participación en instituciones estructuradas
La participación de los destinatarios de la práctica social dentro de ámbitos estructurados (por ejemplo: una cárcel) es limitada o casi nula. Muchas veces la rigidez del contexto es adoptada, con el tiempo, por los profesionales. Considerar la participación en forma horizontal o sea tener en cuenta los temores, deseos o lo que realmente les sucede a los destinatarios, es romper el sistema de poder verticalista.
Fortalecer los espacios de participación existentes
Muchas veces el "dilema" en el tema de la participación tiene que ver con cómo hacer para que la gente participe a las propuestas realizadas, pero quizás el desafío sea acompañar y fortalecer los espacios participativos existentes entre los grupos destinatarios. Si la propuesta surgió desde el grupo de interés entonces eso tendría que ir acompañado de participación activa en ello. Si el motivo de la participación es impuesto eso no insentiva a participar, porque no tiene sentido para el grupo, no les interpreta, no saben ni por qué tendrían que moverse en pos de qué. Generalmente el agente socializador, "iluminado", "el que sabe lo que que hay que hacer", señala el por dónde, por qué, cómo y cuándo y lo hace porque es él el que sabe. Este es un error muy común. El agente socializador es un verdadero educador, un facilitador que ayuda a que la población se encuentre con aquellas cuestiones más sentidas de cada uno de sus miembros y del grupo. Es como una partera que ayuda a salir, desde el interior de la vida, una vida nueva.
Generar espacios en los que "la palabra circule"
Es importante generar espacios en los que "la palabra circule", espacios en los que se escuchen los conflictos que se producen en la convivencia diaria.
La a-dicción no es una problemática propia de estupefacientes y mucho menos de un sector social. “No hablar” representa muchas veces un sistema de defensa engañoso o cortoplacista que hipoteca la participación y disgrega. Toda práctica que favorezca que la palabra circule y se encauce en un sentido común es constructiva. Al respecto es de señalar que una propuesta de estas características (como pueden ser espacios de asamblea o grupos operativos) suelen generar resistencias y miedos al inicio.
Generar espacios en donde todos los que participan tengan voz, se sientan escuchados y experimenten el valor de su propia palabra, les dará confianza para darse a conocer, para valorar la palabra como herramienta que ayuda a resolver conflictos, en lugar de la violencia, para compartir propuestas de acción conjunta que involucre a los destinatarios y estimule su poder de iniciativa
Enfrentar el problema de la participación: observar lo que pasa y establecer caminos alternativos
A menudo en las prácticas sociales se presenta el problema de la poca participación. Algunas veces los intentos de solucionar “el problema” se presentan bajo el lema de “hacemos lo que podemos”. En estas situaciones se presenta como necesario detenerse y observar lo que pasa, redefinir objetivos y roles.
Las reuniones periódicas son de vital importancia en la medida en que habilitan un espacio de supervisión y evaluación constante de la tarea. Además, permiten imaginar caminos alternativos, evaluar y avanzar de acuerdo a los objetivos propuestos. A partir de recuperar la constancia de las reuniones y dejar de lado la idea de “hacemos lo que podemos” la participación puede aumentar.
Igualmente, para poder llegar al destinatario, no sólo es necesario generar mecanismos de inclusión de los destinatarios, sino también que el equipo de trabajo tenga en claro los objetivos del proyecto.
'''Otros actores''' En toda organización comunitaria existen los destinatarios directos de la práctica, para los cuales son pensadas las actividades y a partir de sus características surgen los objetivos principales de la organización. Pero también están aquellos actores relacionados con los destinatarios principales que se ven involucrados y beneficiados de la práctica aunque no directamente. Dichos actores intervienen en nuestra práctica asi como esta los modifica. En ciertas ocaciones existen tensiones entre la organización y este nuevo actor. Hay veces que este vínculo favorece a ambas partes, pero en otros momentos existen discrepancias que incluso afectan el trabajo con los destinatarios reales. Siendo que también se incorporan como destinatarios se tiene que incluirlos en la actividad, hacerlos partícipes y definir desde que lugar actuarán según nustros objetivos para lograr lo deseado con el conjunto de destinatarios. Un ejemplo de estos actores pueden ser las familias y los destinatarios reales o directos serían los chicos que asisten a los centros comunitarios.
La construcción y las necesidades de los destinatarios
Construcción de los destinatarios: "carentes de…" o "con potencialidad para…"
La construcción que las organizaciones, instituciones o programas hacen de los destinatarios (para quienes están destinadas las prácticas) es uno de los aspectos centrales que determinan no sólo el horizonte de trabajo, sino también la elección de los abordajes, técnicas de trabajo y metodologías. Esa construcción de un destinatario "imaginado" tiene incidencia en la definición de los objetivos y en el modo en que -concretamente- participan en el diseño, implementación y evaluación de la práctica. La "construcción del destinatario" no es un diagnóstico del destinatario: es una imagen, un concepto o una idea acerca de cómo es el destinatario, sus cualidades y potencialidades. Sobre esa construcción imaginaria se piensa, desarrolla y evalúa la práctica. Sin embargo, en muchas ocasiones ese tipo imaginario no coincide con quienes concretamente participan de las prácticas. Esa diferencia muchas veces ocasiona fuertes tensiones al interior de los equipos de trabajo, y de las mismas organizaciones, instituciones o programas desde dónde se realizan las prácticas. En el mismo sentido, en la medida en que la práctica monte sus acciones a partir de concebir a un destinatario desde las carencias o desde las potencialidades se establece-al igual que en el caso anterior- el ángulo desde donde se van a determinar objetivos, elegir metodologías y criterios de evaluación. ¿Es lo mismo concebir a los destinatarios de nuestros programas o acciones como "carentes de..." o "con potencialidad para..."?. Ciertamente no es lo mismo, la interación tendrá características distintas si se sigue uno u otro camino. Los objetivos y la consecusión de éstos se verán afectados. En la teoría de la psicoeducación podemos encontrar fundamentos que señalan aspectos favorables al centrar nuestra interacción en las potencialidades de los destinatarios. Enfocarse en sus potencialidades predispone a profesionales y técnicos sociales, con optimismo respecto de lo que es posible que los destinatarios logren. Todo el quehacer, en la interación y en la consecusión de los objetivos, se ve influida al centrar nuestras acciones a partir de las potencialidades. La mirada en las carencias nos conduce implicitamente por o hacia una profesía autocumplida. Iniciamos acciones casi para fracasar. ¿Por qué razón los destinatarios imaginados no suelen ser los destinatarios reales, de las prácticas que nuestras organizaciónones promueven? La experiencia nos permite observar que algunas organizaciones las dirigen profesionales que no ponen su profesión al servicio de la comunidad, de la gente, de la vida digna; más bien son profesionales que se sirven de su profesión mejorando sólo su calidad de vida. Estos mismos son busquillas y dan con fuentes de financiamiento para atender ciertas problemáticas que no necesariamente sea necesario atender en una determinada realidad, entonces los diagnósticos son cuestionables y por cierto los destinatarios de cualquier intervención, porque lo que importa es el acceso al recurso financiero y puede que el destinatario atendido no presente la problemática por la cual se recibe financiamiento. Esta puede ser una causa, de la cual somos responsables de erradicar, denunciando prácticas inescrupulosas. Felizmente lo que prevalece es una conciencia social y de servicio al mejoramiento de una calidad de vida para todos.
Aprender a escuchar la voz del otro
También es clave escuchar "la voz del otro" (lo que tiene para decir) ser más pacientes que expeditivos, dar tiempo y espacio para que todos puedan hablar. Evitar forzar al otro a hablar, ya que así se corre el peligro de que las ideas que circulen sean sólo las de la organización. Todas las personas tienen algo para decir y, es por este motivo, que pueden existir aprendizajes mutuos.
Sin duda es prioritario reconocer al otro como sujeto de derechos y respetarlos.Así como también al establecer estándares de participación u objetivos de logro, es necesario que quienes interactuamos desde la perspectiva de la organización,no sobrepongamos nuestras opiniones o patrones personales en la práctica, es decir no pretender que el otro participe de acuerdo al concepto y estándar que poseo individual u organizacionalmente, sino desde sus propias experiencias y convicciones, alentándole constantemente, respetando sus características, capacidades y tiempos.
Conocer necesidades para lograr la participación
Para que los destinatarios se apropien del espacio es necesaria una lectura acertada de sus necesidades (problemáticas sociales, no sólo las meramente económicas). Esta es de utilidad para un acercamiento entre los sujetos de la organización y los destinatarios.
Reflexionar sobre la participación
Reflexionar sobre los espacios participativos
Es importante trabajar, en primer lugar, sobre la idea y las experiencias de participación experimentadas por aquellos que coordinan espacios participativos.
Es importante también hacer hincapié y reflexionar sobre el lugar de la palabra. A veces la gente tiene temor a exponerse, a decir, a escribir, grabar, etc. Es necesario generar espacios en los que se tome y registren con cuidado las palabras.
Pensar distintos niveles de participación
Se pueden pensar distintos niveles o formas de participación. Muchas veces en el imaginario “participar” significa que todos estén sentados en una asamblea dando su opinión o bien que la misma implica trabajar en alguna organización determinada (bajo un formato preciso o de acuerdo a experiencias personales). Es necesario pensar la participación con los pies en el territorio y considerando a la gente más allá de cualquier elucubración personal.
Pensar en pequeñas acciones participativas
Es importante considerar que los niños, jóvenes, adultos, adultos mayores y personas con necesidades especiales son importantes y que de ellos aprendemos y para ellos trabajamos. Es por esto que no se tienen que dejar de lado sus comentarios y sugerencias. Esta participación, sea mucha o sea poca, tiene que ser valorada.
Se tiene que pensar en pequeñas acciones participativas, más que en grandes procesos. No porque estos últimos no sean "ideales", sino porque a veces es posible realizar pequeñas prácticas de participación cotidiana y no grandes procesos.
Interacción entre la organización y los destinatarios
Construir espacios participativos en la interacción entre quienes diseñan los proyectos y los destinatarios
La participación de los destinatarios se puede ir construyendo en forma paulatina, moldeando así la relación interpersonal que se desarrolla entre quienes diseñan un proyecto y a los que este se dirige. Se trataría de una relación de interacción en donde los usuarios y quienes planifican confrontan sus puntos de vista, aprenden sus lenguajes y la validez de sus posiciones. De esta manera, se produce también un interacción educativa, dado que tanto unos como otros aprenden y enseñan conocimientos y destrezas que benefician el diseño.
Incluir a los destinatarios en tareas metodológicas
Se requiere pensar en distintas estrategias para motivar la participación en la creación de proyectos y en la visualización de problemas. Apostar a una participación/acción de los participantes a través de la apertura -por parte de los orgánicos de la organización- de mecanismos de inclusión en las actividades y en el armado de la metodología de abordaje. Sabiendo que la práctica se construye, se planifica y acciona, volviéndose superadora, no sólo por la práctica que se lleva a cabo, sino por el sentido de pertenencia que se genera en todos los participantes de la organización.
Incluir la participación desde el comienzo del proyecto
La participación de los destinatarios en el desarrollo de las prácticas es fundamental. Lograr esto muchas veces es una tarea ardua. Una forma de que esto sea posible implica que la participación sea incluida desde un comienzo.
Lograr que las personas hacia las cuales va orientado el trabajo formen parte de todo el proceso puede hacer que los resultados obtenidos sean el producto de un quehacer conjunto y no una simple "bajada de línea" o ejecución de "profesionales" ajenos, muchas veces, a la situación que se intenta modificar.
La participación en la evaluación de los procesos
También resulta importante la participación de los actores involucrados en la evaluación de los procesos. Esta tiene que ser realizada en forma continua para que sea posible ir modificando las acciones e intervenciones según la propia voz de los actores.
Sin duda el contar con espacios de auto evaluación enriquece los procesos, por cuanto permite en primera instancia reforzar al otro en cuanto a su opinión y aporte, realizar procesos introspectivos sobre mis acciones y generar procesos de mejora continua, que permiten la evolución de la práctica. Es decir hacer presente en los usuarios el rol protagónico que cumplen en los procesos, ya que en definitiva, para ellos fue pensada la práctica que la institución realiza y por ende es fundamental su opinión, no por el sólo hecho de hacerle sentir que es oído, sino más bien como un real aporte de mejora continua.
Crear vínculos como camino hacia la participación
Participar también puede ser el resultado de la creación de vínculos de confianza, de valores, de cambios en la forma de pensar y hacer, etc. Es muy importante la cercanía, de esta manera la gente no se siente lejos de quienes le hacen una propuesta de participación en algún proyecto en particular.
El vínculo de confianza podría ser como un piso para poder hacer otras propuestas o generar otros espacios participativos.
'''Vínculos con otras organizaciones'''Título del enlace
En general se da la posibilidad de vincularse con otras organizaciones, aunque se genera de manera indirecta el vínculo ya que buscan colabaorar en las organizaciones comunitarias y de esta manera dicha acción nos une. Esta colaboración permite dar a conocer el funcionemiento y los objetivos de los comunitarios, difundir el trabajo desde la educación popular como alternativa a la educación formal.
Destinatarios como protagonistas del cambio
En toda intervención y realidad social, es bueno tener presente que nosotros, a través de las prácticas, brindamos los aportes, impulsos y elementos que pueden ayudar a los protagonistas de las problemáticas a descubrir otros caminos y posibles soluciones frente a las dificultades y problemas. Sólo a los destinatarios les corresponde el cambio que es producto de conciencia y reflexión, no de imposición. Sólo a ellos les compete ser protagonistas principales en su propio cambio. Protagonismo que se adquiere en el entrenamiento constante como respuesta a estímulos permenentes que faciliten el proceso. A veces es necesario incorporar cuotas de creatividad, según las características del usuario. Suele haber personas muy intervenidas, producto de interacciones autoritarias y hegemónicas frente a las cuales hubo reacciones pasivas de otorgamiento y aceptación sin reflexión, probocando un acostumbramiento e inseguridad en sí mismo , para cambiar el estilo de interacción. En esto cobra mucha importancia la práctica social al considerar aspectos culturales que intervienen y el activamiento de estrategias participativas con orientación al cambio.
Trabajar en forma personalizada con los destinatarios requiere un equipo de trabajo que pueda responder a esa exigencia
Algunas prácticas buscan un trabajo personalizado, pero la organización que la acoge busca cantidad. En este sentido ¿Cómo se puede ofrecer un programa personalizado? Si queremos ofrecer un trabajo personalizado a un gran número de participantes se debería contar con un equipo de trabajo que responda a la cantidad de participantes que se maneja.
Experiencias
La participación en el trabajo con niños en el ámbito escolar
Intentar abrir espacios de participación con niños dentro del ámbito escolar genera varios interrogantes: ¿cómo proponer una participación real y no sólo simbólica? ¿cómo dinamizar las propuestas para que los niños se adueñen del espacio? ¿cómo acompañar los tiempos de cada grupo con una metodología acertada?
La apertura de espacios de participación con niños es fundamental para que ellos puedan aprender a usar su voz y que esta sea una herramienta disponible en el futuro. En la escuela en general se enseña más a los niños a escuchar, a copiar, a obedecer y a "hacer silencio" que a "levantar la mano para hablar", a fundamentar, defender y tener ideas.
Estrategias de trabajo participativo con niños
Se observa que las voces de los niños aparecen, espontáneamente, en otros momentos que no suelen ser aquellos que están "destinados a la participación". Esos momentos se dan entre ellos y con los adultos, desde el vínculo que se va consolidando. En este sentido si se quiere promover la participación y el uso de la palabra en los chicos, es importante escuchar y esperar siempre, no sólo en los momentos en los que el adulto quiere que se hable.
La participación en el trabajo con jóvenes
Muchas veces entre los miembros de las organizaciones y los jóvenes hay un abismo en los mecanismos de comunicación. Es por este motivo que es necesario realizar un aprendizaje para entrar en “ese otro mundo” (de símbolos propios) para poder escuchar y, a veces, ayudarlos a escucharse.
La falta de constancia determina también el “problema de la participación”. Esta tiene varias causas: la edad (se mueven esencialmente por las ganas), la realidad familiar y/o aspectos económicos. Estos condicionantes se deben tener en cuenta a la hora de poner pautas, horarios y fechas.
Es indiscutible que, cuando reconocen y pueden expresar a dónde quieren o desean llegar, son dueños de una gran energía y empuje. La ponen en movimiento y aparece, generando, muchas veces, una alerta de peligro porque los adultos pueden llegar a perder protagonismo. Entonces queda el desafío de aprender a caminar con diferentes roles como compañeros de camino.
Finalmente, hay que considerar que, cuando la participación tiende a mermar, esta situación se puede transformar en una oportunidad para buscar un nuevo impulso o cambiar de rumbo.
Cambios auténticos desde uno mismo y la importancia del entorno
Necesidad de no colocar en un esquema tan rígido la relación entre equipo y destinatarios, de tal manera que se pueda entender un proceso más integral en los cambios en la medida en que todos los miembros del proyecto son sujetos de transformaciones en el ida y vuelta de los aportes de todos.
Todos somos actores involucrados, aun cuando los pibes puedan ser el centro de la organización. La terminología “destinatarios” tiene su pro y su contra, pero tiene el límite de ser un poco rígido en lo que hace al proceso de cambio. Todos cambiamos en este proceso. Nadie cambia a nadie. Cada uno cambia, aunque ese cambio sea favorecido por el clima del entorno. ¿Quién es el destinatario de qué? Porque en alguna medida todos somos destinatarios.
Importancia de favorecer espacios comunes de toma de decisiones y evaluación que legitimen una participación auténtica.
Una de las trampas en que las organizaciones suelen caer es intentar generar participación de todos sus integrantes mientras que las decisiones son tomadas por unos pocos. La participación real se encuentra íntimamente ligada a la posibilidad de sentirse parte en la toma de decisiones. Por eso se necesita crear al interior de los grupos, espacios para que circule la palabra (especialmente de los destinatarios para los que fue pensada la práctica) en donde ellos intervengan para la toma de decisiones que hacen a las actividades y proyectos. Esta dinámica los anima a hacerse oír, los involucra directamente, los compromete y aumenta la participación y legitima la palabra personal. En nuestra organización fue de mucho provecho (aunque inicialmente resistida por muchos de los adolescentes) la práctica periódica de asamblea en la que decidir juntos de qué hablar y qué resolver. Muchas veces las decisiones en conjunto motivaron mayor participación en las tareas consecuentes. Necesariamente esto trae aparejado hacer el ejercicio de aprender a escuchar al otro. Esto resulta clave para “sintonizar” los intereses de todos los actores involucrados. Lo mismo sucede con las evaluaciones pertinentes en las que medir los resultados de las actividades y proyectos propuestos, valorar los logros, identificar las dificultades y revisar y modificar aquello que permita avances, considerando estas instancias como parte de un proceso de aprendizaje para todos. Donde tiene lugar un aprendizaje significativo, hay cambio y hay crecimiento. Si se toma esta herramienta como práctica cotidiana fortalecerá al grupo, y le dará la posibilidad de generar acciones que promuevan el "encuentro con el afuera" (las demás instituciones, los padres, la mirada social, la comunidad frente a los pibes) en donde puedan pensarse acciones comunes que propicien transformaciones en un ámbito más amplio.
Ideas sobre la participación en salud. 23 de agosto, 2018
En la cuestión de la participación y cómo interpela el campo de la salud aparece el problema de la propia representación de la idea de salud. La idea de participación comunitaria implica participar en algo que entendemos como común. “En cuanto al concepto de comunidad, su etimología refiere a su calidad de común, a aquello que no siendo privativo de uno solo, pertenece o se extiende a varios.” El pensar la salud como algo común y no como un constructo individual-biológico aparece como un gran desafío para promover la participación comunitaria en salud. ¿Porqué ser parte de un proyecto colectivo vinculado a la salud si ésta es un problema individual?
Aquí también se pone en juego la dificultad de la participación en una sociedad individualista, competitiva y consumista, donde los objetivos individuales y privados se imponen a las necesidades comunes. Las propuestas neo-liberales se sostienen en estas ideas de la responsabilidad personal y la culpabilización que tienden a ocultar las responsabilidades políticas y sociales en los procesos de salud-enfermedad-atención y cuidado. En esta línea, ciertas posturas de participación estuvieron al servicio de des-responsabilizar el lugar del Estado en su función de garantizar el derecho a la salud. Menéndez en sus escritos, vincula ésta cuestión con una interpretación particular de la idea de APS que deja a la comunidad, y principalmente a los sectores populares, a cargo de cuestiones en las que el Estado diluye sus responsabilidades.
Otra cuestión a tener en cuenta en el problema de la participación social en salud es una disputa por el modo en que se va construyendo la idea de “derecho a la salud”. Aparecen tensiones entre una idea de derecho sólo como “reclamo de servicios” que no permite una apropiación y una construcción colectiva del derecho. Por otro lado, también se construye una idea de derecho como oportunidad colectiva. Este modo de pensar el derecho no abandona la conciencia de la responsabilidad del Estado pero también promueve la organización comunitaria y la recuperación de los saberes populares en la construcción de la salud comunitaria. En este sentido, la salud como derecho colectivo implica poner en tensión distintos modelos de ciudadanía y de modos de construcción de la subjetividad.
Algunas corrientes alimentan la representación de “una sociedad de consumidores”, que invita a pensar los derechos sólo como el derecho individual al acceso de “ciertas personas” a “ciertos servicios”. Por el contrario, una idea de ciudadanía colectiva y participativa involucra pensar en la democracia como un sistema que debe garantizar desde el Estado la posibilidad de construir junto a las personas y sus organizaciones un modo de organización social más justo que permita el ejercicio de derechos a toda la población.
Consideramos que un equipo de salud que se proponga promover una participación comunitaria genuina debe asumir una posición ético-política ya que: “involucrar al individuo en una actividad colectiva tendería a superar la atomización social y posibilitaría la construcción de una subjetividad no centrada en lo privado”.
Para seguir complejizando estas cuestiones, encontramos otras representaciones que afectan negativamente la participación en salud. Por ejemplo las representaciones acerca de lo público como gratuito pero de mala calidad y lo privado como de buena calidad y accesible a partir del mérito social. En este sentido, las bocas de distribución pueden verse afectadas por esta representación.
Desde los equipos de salud que participamos en esta experiencia, buscamos procesos de acompañamiento y encuentro en el cuidado de la salud de los diferentes actores, pensando también el uso del preservativo como un problema de salud colectiva. Por ejemplo, las escuelas son una oportunidad de debatir estas cuestiones como un problema social y no individual. Pensar a los adolescentes y jóvenes como multiplicadores en estos temas aparece como una oportunidad.
Por último, consideramos que el contexto actual también brinda oportunidades para disputar el imaginario social instituido referido a la salud como problema individual (obturante de la participación comunitaria) y tensionarlo con nuevas ideas instituyentes para pensar la salud como problema social (idea impulsora de la participación en salud).
En este año, 2018, en Argentina y particularmente en la CABA es interesante pensar cómo interpela a nuestra experiencia de la “Red de distribución de preservativos” el enorme movimiento de “pañuelos verdes” por la aprobación legislativa de una norma que reemplace la ilegalidad del aborto.
Este movimiento de participación social es un ejemplo de lucha por una política pública diferente respecto a la salud desde una mirada política y comunitaria. Es interesante identificar que los enfrentamientos ideológicos y políticos que caracterizaron este debate y que son comunes a cualquier situación de disputa social parecen dejar también un terreno de acuerdo: la consigna de Educación sexual y uso del preservativo parece ser un punto de encuentro entre las posturas enfrentadas respecto de este tema.
En este sentido, este contexto nos permite pensar que la participación en salud también implica estar atentos a acompañar y aportar a los movimientos de participación que van asumiendo autónomamente ciertas demandas y disputas de sentido.
Por último, desde una mirada más micro de este tipo de experiencias reflexionamos acerca de la importancia de generar espacios de participación genuina en los temas de salud que permitan abordarlos en toda su complejidad y no solamente desde la mirada más normativa y clínica de los equipos de salud. En la cuestión del uso del preservativo es necesario animarse a tomar en cuenta las necesidades genuinas de la población. Por ejemplo, nos cuestionamos acerca de la ausencia de la problematización dialógica sobre la dimensión del placer en estos espacios.