Participación de los destinatarios

De Gestion colectiva de conocimientos
Revisión del 17:01 10 sep 2010 de Jlecarosjuan (Discusión | contribuciones) (Condicionantes que definen la participación)

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El texto que se expone a continuación surge del trabajo de síntesis realizado por el Equipo Central de Reprasis, a partir de las contribuciones de los sistematizadores, desde mediados del 2007, hasta finales de abril de 2010. Dicha síntesis es el resultado de los cientos de aportes de los sistematizadores, cuya tarea se realiza en la Fase IV, “Conceptualización”, aportando su reflexión sobre los aspectos más sobresalientes de su práctica. ¿Cómo llegan los sistematizadores al espacio de gestión colectiva de conocimientos? Cada uno lo hace a partir de las paradojas que identificó en su práctica en la Fase III, “Interpretación”. Sin embargo, los sistematizadores libremente pueden trabajar (y así lo han hecho) en los diferentes temas de discusión propuestos en el espacio de gestión colectiva de conocimientos, incluso proponiendo nuevas conceptualizaciones. El sentido de un espacio colectivo de generación de conocimientos radica en la capacidad de generar procesos de síntesis, y de ir identificando los aspectos que surgen con regularidad. Esto genera, con el paso del tiempo, un consolidado de temas y abordajes de los mismos, al que podemos acceder sólo en la medida que –respetando el espíritu y sentido literal de las expresiones vertidas en el espacio común por los sistematizadores- logremos identificar las principales regularidades y podamos dar cuenta de ellas de manera concisa, precisa y comunicable. Con este sentido, esta tarea fue y será realizada por el Equipo Central de Reprasis, de manera periódica. Cada uno de los aportes particulares están presentes en los conceptos generales que a continuación se presentan: éstos surgen de los primeros, y no de elaboraciones propias del Equipo Central de Reprasis. Los sistematizadores podrán acceder al proceso previo de generación de la presente síntesis, accediendo a la opción “Historial”: este espacio es la memoria de todos los aportes y modificaciones realizadas desde la creación del espacio colectivo de conocimientos. De tal manera, que esta síntesis no elimina los aportes particulares de cada uno de los sistematizadores, sino que están doblemente incluidos: en el “Historial”, en su versión textual; y en el actual síntesis elaborada por Reprasis.



INTRODUCCIÓN

La participación de los destinatarios de una determinada práctica social se ha convertido, en las últimas décadas, en uno de los pilares centrales sobre los que se asienta la crítica a los modelos de acción social asistencialista. El asistencialismo no permitía más lugar al destinatario que el de ser un mero receptor de acciones de ayuda o apoyo ante situaciones de vulnerabilidad.

La ruptura con dicho modelo supuso una profunda reflexión sobre este tema y abrió la posibilidad de nuevas formas de intervenir en la realidad social, donde el destinatario participa en el diagnóstico, desarrollo y evaluación de las prácticas en las que está involucrado.

Si bien este nuevo modelo horizontal y democrático goza actualmente de un gran consenso intelectual, muchas veces la implementación de estos postulados no son tan simples de llevar a la práctica. En general, todos estamos de acuerdo y adherimos -en nuestros equipos de trabajo- al supuesto de la participación, pero: ¿hemos sido capaces de crear y mantener mecanismos para escuchar estas voces? ¿qué pasa cuando lo que escuchamos en esas múltiples voces no concuerda con los objetivos previstos por el equipo de trabajo?

El sostenimiento de la participación de los destinatarios de la práctica es un problema común en las prácticas sociales de diferente tipo. Aunque la práctica haya surgido de pedidos o demandas o identificación de problemas en la comunidad, grupo o personas a las cuales va dirigida, suele suceder que la participación tiende a mermar con el paso del tiempo. Aburrimiento, falta de incentivos, problemas estructurales (pobreza, etc.) son los factores que inciden en esta situación.

Cada práctica social tendrá experiencias diferentes con esta temática, la idea es poder compartir aquí estos saberes relacionados con la participación de los destinatarios.

Contenido

El contexto de los espacios participativos

Condicionantes que definen la participación

Cuando se plantea el tema de la participación es necesario especificar de quién y cómo. Desde allí comienza un largo camino donde existen varios condicionantes (el entorno, la población, la práctica y el técnico) que van a definir las modalidades de la misma. Hay que pensar la participación a partir del contexto de la práctica. Esto es clave porque no existe una receta perfecta para que la gente se sume.

Sin embargo la participación puede estimularse si se conocen los intereses de la población y si se les acompaña en un proceso de discernimiento de las necesidades y prioridades que les aqueja. Una confrontación de sus sueños con la realidad contractual. Que puedan decidir iniciar un camino al cambio o quedarse en la situación actual. En consecuencia la participación se puede generar a propósito de estímulos. De un ver, juzgar y actuar. En la confianza de que toda persona puede autogestionar cambios si se lo propone, mejor lo hará si hay motivaciones personales y/o colectivas y más si se le insentiva a que todo puede ser diferente con acciones pensadas y pasos seguros a dar. Hay que lograr que la población recupere su protagonismo, para ello es menester acompañar y no señalar el camino. Sí, se pueden abrir alternativas para que la población decida. La participación masiva no surge por generación espontanea, ésta debe ser estimulada y es un proceso lento y mucha articulación.

Organizaciones de base y diagnóstico

En general, cuando se trabaja con organizaciones de base –creadas a través de las propias motivaciones de un grupo de personas- el espacio participativo ¿se ha establecido sin diagnóstico previo?. Las motivaciones de un grupo de personas que deciden juntarse responden a una coincidencia en su diagnóstico, respecto de un asunto determinado. lo que pasa es que no se hace explícito a través del lengueje escrito, pero en definitivas se juntan porque comparten una misma mirada y anhelos de cambio en del objeto o fenómeno que observan y que les gustaría que fuera de otra manera. Entonces hay un diagnóstico previo, individual y luego colectivo. Se juntan con una misma lectura o aproximación respecto de lo que está viendo cada quien. Es un proceso que a medida que se desarrolla puede tomar forma más clara y estructurada. Igualmente el diagnóstico es crucial porque permite priorizar las necesidades reales, las inquietudes y deseos de un grupo o del barrio. El aporte de los que montan el proyecto debe ser, de buenos facilitadores (con sus conocimiento y ténicas sociales) para que más allá de lo que ellos consideren, como bueno y oportuno, sean los mismos destinatarios los que hagan el camino hacia lo que esperan y definan el cómo, cuándo y por qué. Las necesidades pueden estar en el imaginario de un grupo, población o barrio y se va explicitando a medida que las personas comparten sus inquietudes,observaciones y sueños. Pueden ser protagonistas y destinatarios a la vez de un proyecto. No obstante hay un destinatario que por condiciones etáreas y de vulnerabilidad su participación es más pasiva, participa en cuanto recibe un beneficio y continua su desarrollo evolutivo o su moratoria para hacerse cargo de sí mismo. Es el caso , por ejemplo de niños, niñas y adolescentes que son maltratados, abandonados, desertan del sistema educativo o viven institucionalizados (Hogar de albergue o acogida); En estos casos se requiere que el Estado o profesionales y técnicos, adultos, determinen, en términos proteccionales y conforme a su interés superior, que no está definido por ellos mismos sino por la declaración universal de sus derechos, lo que es mejor para ellos en un contexto de protección y aseguramiento de su desarrollo. La participación de los destinatarios es entonces una realidad posible desde sus competencias, posibilidades y oportunidades como seres humanos en el llamado a ser co-creadores de un mundo con mayor dignidad para sus existencia.

Causas de la falta de interés de los destinatarios

Una causa de la falta de interés de los vecinos es la ruptura (que tiene 30 años de antigüedad) de cualquier forma de participación en los barrios y el aniquilamiento de lazos solidarios y surgimiento a pleno del individualismo en la década de 90. La escasa participación es uno de temas que inquietan y llevan a buscar (a veces) distintas formas para lograrla.

La participación es una conducta aprendida y puede ser estimulada, según lo que se observa a través de la experiencia. Hay situaciones que pueden influir para no incorporar una conducta participativa, ausencia de estímulo, inhibiciones, desconfianzas, miedos fundados e infundados, etc. Las dictaduras, por ejemplo inhiben la participación sobre todo a las disidencias al régimen dictatorial y cuando una dictadura se extiende en el tiempo no sólo inhibe sino aniquila la participación. La ausencia de conductas participativas estimula un aprendizaje individualista, no se siente la necesidad del otro, se aprende a prescindir de la ayuda del otro. Los miedos y desconfianzas se arraigan en periodos de dictaduras por una suerte de sobrevivencia. En consecuencias pueden haber generaciones sin expresiones de participación, por esta ausencia, de no haber experimentado ni siquiera visto gestos de participación no se valora la necesidad de acciones conjunta, porque por periodos esta conducta se tornó peligrosa. La otra persona es un peligro que puede desestabilizar mi seguridad. Dividir para oprimir, parece ser la consigna de los dictadores, entonces en democracia hay que retomar procesos de participación que empiezan muy tímidas nuevamente y se requiere ir recuperando poco a poco las confianzas, el necesitarse, el volver a creer de que juntos podemos más. Hay que interrogar la historia, porque podemos encotrar periodos de participación significativa de parte de juntas de vecinos, donde se lograron urbanizaciones, mejoras de vivienda, comedores populares, eventos recreacionales, construcciones de escuelas, etc. Entonces parece que no hay falta de interés, más bien éste fue anulado por periodos de oscuridad. Los nacidos y nacidas en este periodo crecieron con esta triste realidad. Hay que recuperar entonces nuestra naturaleza asociativa, abrir las ventanas del mundo que nos muestran realidades de vida más humana en el encuentro con el otro. Es un proceso, ciertamente.

El problema del asistencialismo y su incidencia en la participación

El asistencialismo, que ha sido y sigue siendo una práctica muy extendida, se ha instalado en la cultura y esto repercute en las prácticas a la hora de poner en juego la participación en las organizaciones.

El asistencialismo ha sido y sigue siendo una práctica muy extendida en Argentina y se encuentra enraizada en la cultura a tal grado que nos hemos acostumbrado al mínimo esfuerzo.

La participación en instituciones estructuradas

La participación de los destinatarios de la práctica social dentro de ámbitos estructurados (por ejemplo: una cárcel) es limitada o casi nula. Muchas veces la rigidez del contexto es adoptada, con el tiempo, por los profesionales. Considerar la participación en forma horizontal o sea tener en cuenta los temores, deseos o lo que realmente les sucede a los destinatarios, es romper el sistema de poder verticalista.

Fortalecer los espacios de participación existentes

Muchas veces el "dilema" en el tema de la participación tiene que ver con cómo hacer para que la gente participe a las propuestas realizadas, pero quizás el desafío sea acompañar y fortalecer los espacios participativos existentes entre los grupos destinatarios.

Generar espacios en los que "la palabra circule"

Es importante generar espacios en los que "la palabra circule", espacios en los que se escuchen los conflictos que se producen en la convivencia diaria.

Enfrentar el problema de la participación: observar lo que pasa y establecer caminos alternativos

A menudo en las prácticas sociales se presenta el problema de la poca participación. Algunas veces los intentos de solucionar “el problema” se presentan bajo el lema de “hacemos lo que podemos”. En estas situaciones se presenta como necesario detenerse y observar lo que pasa, redefinir objetivos y roles.

Las reuniones periódicas son de vital importancia en la medida en que habilitan un espacio de supervisión y evaluación constante de la tarea. Además, permiten imaginar caminos alternativos, evaluar y avanzar de acuerdo a los objetivos propuestos. A partir de recuperar la constancia de las reuniones y dejar de lado la idea de “hacemos lo que podemos” la participación puede aumentar.

Igualmente, para poder llegar al destinatario, no sólo es necesario generar mecanismos de inclusión de los destinatarios, sino también que el equipo de trabajo tenga en claro los objetivos del proyecto.

La construcción y las necesidades de los destinatarios

Construcción de los destinatarios: "carentes de…" o "con potencialidad para…"

La construcción que las organizaciones, instituciones o programas hacen de los destinatarios (para quienes están destinadas las prácticas) es uno de los aspectos centrales que determinan no sólo el horizonte de trabajo, sino también la elección de los abordajes, técnicas de trabajo y metodologías. Esa construcción de un destinatario "imaginado" tiene incidencia en la definición de los objetivos y en el modo en que -concretamente- participan en el diseño, implementación y evaluación de la práctica. La "construcción del destinatario" no es un diagnóstico del destinatario: es una imagen, un concepto o una idea acerca de cómo es el destinatario, sus cualidades y potencialidades. Sobre esa construcción imaginaria se piensa, desarrolla y evalúa la práctica. Sin embargo, en muchas ocasiones ese tipo imaginario no coincide con quienes concretamente participan de las prácticas. Esa diferencia muchas veces ocasiona fuertes tensiones al interior de los equipos de trabajo, y de las mismas organizaciones, instituciones o programas desde dónde se realizan las prácticas. En el mismo sentido, en la medida en que la práctica monte sus acciones a partir de concebir a un destinatario desde las carencias o desde las potencialidades se establece-al igual que en el caso anterior- el ángulo desde donde se van a determinar objetivos, elegir metodologías y criterios de evaluación. ¿Es lo mismo concebir a los destinatarios de nuestros programas o acciones como "carentes de..." o "con potencialidad para..."?. Ciertamente no es lo mismo, la interación tendrá características distintas si se sigue uno u otro camino. Los objetivos y la consecusión de éstos se verán afectados. En la teoría de la psicoeducación podemos encontrar fundamentos que señalan aspectos favorables al centrar nuestra interacción en las potencialidades de los destinatarios. Enfocarse en sus potencialidades predispone a profesionales y técnicos sociales, con optimismo respecto de lo que es posible que los destinatarios logren. Todo el quehacer, en la interación y en la consecusión de los objetivos, se ve influida al centrar nuestras acciones a partir de las potencialidades. La mirada en las carencias nos conduce implicitamente por o hacia una profesía autocumplida. Iniciamos acciones casi para fracasar. ¿Por qué razón los destinatarios imaginados no suelen ser los destinatarios reales, de las prácticas que nuestras organizaciónones promueven? La experiencia nos permite observar que algunas organizaciones las dirigen profesionales que no ponen su profesión al servicio de la comunidad, de la gente, de la vida digna; más bien son profesionales que se sirven de su profesión mejorando sólo su calidad de vida. Estos mismos son busquillas y dan con fuentes de financiamiento para atender ciertas problemáticas que no necesariamente sea necesario atender en una determinada realidad, entonces los diagnósticos son cuestionables y por cierto los destinatarios de cualquier intervención, porque lo que importa es el acceso al recurso financiero y puede que el destinatario atendido no presente la problemática por la cual se recibe financiamiento. Esta puede ser una causa, de la cual somos responsables de erradicar, denunciando prácticas inescrupulosas. Felizmente lo que prevalece es una conciencia social y de servicio al mejoramiento de una calidad de vida para todos.

Aprender a escuchar la voz del otro

También es clave escuchar "la voz del otro" (lo que tiene para decir) ser más pacientes que expeditivos, dar tiempo y espacio para que todos puedan hablar. Evitar forzar al otro a hablar, ya que así se corre el peligro de que las ideas que circulen sean sólo las de la organización. Todas las personas tienen algo para decir y, es por este motivo, que pueden existir aprendizajes mutuos.

Conocer necesidades para lograr la participación

Para que los destinatarios se apropien del espacio es necesaria una lectura acertada de sus necesidades (problemáticas sociales, no sólo las meramente económicas). Esta es de utilidad para un acercamiento entre los sujetos de la organización y los destinatarios.

Reflexionar sobre la participación

Reflexionar sobre los espacios participativos

Es importante trabajar, en primer lugar, sobre la idea y las experiencias de participación experimentadas por aquellos que coordinan espacios participativos.

Es importante también hacer hincapié y reflexionar sobre el lugar de la palabra. A veces la gente tiene temor a exponerse, a decir, a escribir, grabar, etc. Es necesario generar espacios en los que se tome y registren con cuidado las palabras.

Pensar distintos niveles de participación

Se pueden pensar distintos niveles o formas de participación. Muchas veces en el imaginario “participar” significa que todos estén sentados en una asamblea dando su opinión o bien que la misma implica trabajar en alguna organización determinada (bajo un formato preciso o de acuerdo a experiencias personales). Es necesario pensar la participación con los pies en el territorio y considerando a la gente más allá de cualquier elucubración personal.

Pensar en pequeñas acciones participativas

Es importante considerar que los niños, jóvenes, adultos, adultos mayores y personas con necesidades especiales son importantes y que de ellos aprendemos y para ellos trabajamos. Es por esto que no se tienen que dejar de lado sus comentarios y sugerencias. Esta participación, sea mucha o sea poca, tiene que ser valorada.

Se tiene que pensar en pequeñas acciones participativas, más que en grandes procesos. No porque estos últimos no sean "ideales", sino porque a veces es posible realizar pequeñas prácticas de participación cotidiana y no grandes procesos.

Interacción entre la organización y los destinatarios

Construir espacios participativos en la interacción entre quienes diseñan los proyectos y los destinatarios

La participación de los destinatarios se puede ir construyendo en forma paulatina, moldeando así la relación interpersonal que se desarrolla entre quienes diseñan un proyecto y a los que este se dirige. Se trataría de una relación de interacción en donde los usuarios y quienes planifican confrontan sus puntos de vista, aprenden sus lenguajes y la validez de sus posiciones. De esta manera, se produce también un interacción educativa, dado que tanto unos como otros aprenden y enseñan conocimientos y destrezas que benefician el diseño.

Incluir a los destinatarios en tareas metodológicas

Se requiere pensar en distintas estrategias para motivar la participación en la creación de proyectos y en la visualización de problemas. Apostar a una participación/acción de los participantes a través de la apertura -por parte de los orgánicos de la organización- de mecanismos de inclusión en las actividades y en el armado de la metodología de abordaje. Sabiendo que la práctica se construye, se planifica y acciona, volviéndose superadora, no sólo por la práctica que se lleva a cabo, sino por el sentido de pertenencia que se genera en todos los participantes de la organización.

Incluir la participación desde el comienzo del proyecto

La participación de los destinatarios en el desarrollo de las prácticas es fundamental. Lograr esto muchas veces es una tarea ardua. Una forma de que esto sea posible implica que la participación sea incluida desde un comienzo.

Lograr que las personas hacia las cuales va orientado el trabajo formen parte de todo el proceso puede hacer que los resultados obtenidos sean el producto de un quehacer conjunto y no una simple "bajada de línea" o ejecución de "profesionales" ajenos, muchas veces, a la situación que se intenta modificar.

La participación en la evaluación de los procesos

También resulta importante la participación de los actores involucrados en la evaluación de los procesos. Esta tiene que ser realizada en forma continua para que sea posible ir modificando las acciones e intervenciones según la propia voz de los actores.

Crear vínculos como camino hacia la participación

Participar también puede ser el resultado de la creación de vínculos de confianza, de valores, de cambios en la forma de pensar y hacer, etc. Es muy importante la cercanía, de esta manera la gente no se siente lejos de quienes le hacen una propuesta de participación en algún proyecto en particular.

El vínculo de confianza podría ser como un piso para poder hacer otras propuestas o generar otros espacios participativos.

Destinatarios como protagonistas del cambio

En toda intervención y realidad social, es bueno tener presente que nosotros, a través de las prácticas, brindamos los aportes, impulsos y elementos que pueden ayudar a los protagonistas de las problemáticas a descubrir otros caminos y posibles soluciones frente a las dificultades y problemas. Sólo a los destinatarios les corresponde el cambio que es producto de conciencia y reflexión, no de imposición. Sólo a ellos les compete ser protagonistas principales en su propio cambio.

Trabajar en forma personalizada con los destinatarios requiere un equipo de trabajo que pueda responder a esa exigencia

Algunas prácticas buscan un trabajo personalizado, pero la organización que la acoge busca cantidad. En este sentido ¿Cómo se puede ofrecer un programa personalizado? Si queremos ofrecer un trabajo personalizado a un gran número de participantes se debería contar con un equipo de trabajo que responda a la cantidad de participantes que se maneja.

Experiencias

La participación en el trabajo con niños en el ámbito escolar

Intentar abrir espacios de participación con niños dentro del ámbito escolar genera varios interrogantes: ¿cómo proponer una participación real y no sólo simbólica? ¿cómo dinamizar las propuestas para que los niños se adueñen del espacio? ¿cómo acompañar los tiempos de cada grupo con una metodología acertada?

La apertura de espacios de participación con niños es fundamental para que ellos puedan aprender a usar su voz y que esta sea una herramienta disponible en el futuro. En la escuela en general se enseña más a los niños a escuchar, a copiar, a obedecer y a "hacer silencio" que a "levantar la mano para hablar", a fundamentar, defender y tener ideas.

Estrategias de trabajo participativo con niños

Se observa que las voces de los niños aparecen, espontáneamente, en otros momentos que no suelen ser aquellos que están "destinados a la participación". Esos momentos se dan entre ellos y con los adultos, desde el vínculo que se va consolidando. En este sentido si se quiere promover la participación y el uso de la palabra en los chicos, es importante escuchar y esperar siempre, no sólo en los momentos en los que el adulto quiere que se hable.

La participación en el trabajo con jóvenes

Muchas veces entre los miembros de las organizaciones y los jóvenes hay un abismo en los mecanismos de comunicación. Es por este motivo que es necesario realizar un aprendizaje para entrar en “ese otro mundo” (de símbolos propios) para poder escuchar y, a veces, ayudarlos a escucharse.

La falta de constancia determina también el “problema de la participación”. Esta tiene varias causas: la edad (se mueven esencialmente por las ganas), la realidad familiar y/o aspectos económicos. Estos condicionantes se deben tener en cuenta a la hora de poner pautas, horarios y fechas.

Es indiscutible que, cuando reconocen y pueden expresar a dónde quieren o desean llegar, son dueños de una gran energía y empuje. La ponen en movimiento y aparece, generando, muchas veces, una alerta de peligro porque los adultos pueden llegar a perder protagonismo. Entonces queda el desafío de aprender a caminar con diferentes roles como compañeros de camino.

Finalmente, hay que considerar que, cuando la participación tiende a mermar, esta situación se puede transformar en una oportunidad para buscar un nuevo impulso o cambiar de rumbo.