Prácticas legítimas

De Gestion colectiva de conocimientos
Revisión del 18:24 27 oct 2010 de Rsaneugenio (Discusión | contribuciones) (Construcción de nuevos saberes y aprendizajes)

Saltar a: navegación, buscar

El texto que se expone a continuación surge del trabajo de síntesis realizado por el Equipo Central de Reprasis, a partir de las contribuciones de los sistematizadores, desde mediados del 2007, hasta finales de abril de 2010. Dicha síntesis es el resultado de los cientos de aportes de los sistematizadores, cuya tarea se realiza en la Fase IV, “Conceptualización”, aportando su reflexión sobre los aspectos más sobresalientes de su práctica. ¿Cómo llegan los sistematizadores al espacio de gestión colectiva de conocimientos? Cada uno lo hace a partir de las paradojas que identificó en su práctica en la Fase III, “Interpretación”. Sin embargo, los sistematizadores libremente pueden trabajar (y así lo han hecho) en los diferentes temas de discusión propuestos en el espacio de gestión colectiva de conocimientos, incluso proponiendo nuevas conceptualizaciones. El sentido de un espacio colectivo de generación de conocimientos radica en la capacidad de generar procesos de síntesis, y de ir identificando los aspectos que surgen con regularidad. Esto genera, con el paso del tiempo, un consolidado de temas y abordajes de los mismos, al que podemos acceder sólo en la medida que –respetando el espíritu y sentido literal de las expresiones vertidas en el espacio común por los sistematizadores- logremos identificar las principales regularidades y podamos dar cuenta de ellas de manera concisa, precisa y comunicable. Con este sentido, esta tarea fue y será realizada por el Equipo Central de Reprasis, de manera periódica. Cada uno de los aportes particulares están presentes en los conceptos generales que a continuación se presentan: éstos surgen de los primeros, y no de elaboraciones propias del Equipo Central de Reprasis. Los sistematizadores podrán acceder al proceso previo de generación de la presente síntesis, accediendo a la opción “Historial”: este espacio es la memoria de todos los aportes y modificaciones realizadas desde la creación del espacio colectivo de conocimientos. De tal manera, que esta síntesis no elimina los aportes particulares de cada uno de los sistematizadores, sino que están doblemente incluidos: en el “Historial”, en su versión textual; y en el actual síntesis elaborada por Reprasis.



INTRODUCCIÓN

La construcción de la legitimidad de una acción en curso, es uno de los problemas más comunes en las prácticas sociales de diferente tipo. Esta construcción se relaciona con la posibilidad de garantizar la participación de los destinatarios de las prácticas, pero sobretodo se relaciona con la capacidad de negociación de los actores involucrados.

Los intereses de los equipos de trabajo que ejecutan una práctica (y las organizaciones que los alojan) no siempre están en total congruencia con los intereses de los destinatarios. Este proceso de negociación puede tener diversos resultados: a) la primacía de los intereses de un actor sobre otro, b) la construcción de una nueva alternativa de práctica que tome en cuenta ambos; c) el quiebre de una práctica y su consecuente finalización por la imposibilidad de ponerse de acuerdo.

Escuchar al otro (al destinatario de nuestras prácticas) y ser escuchado -en el marco de prácticas de intervención social- es el inicio de un proceso de permanente negociación sin resultados predecibles de antemano. Muchas veces, el fracaso de las prácticas se debe a que no se ha podido construir un espacio donde hacer transparentes los intereses de los actores involucrados.

Es así que, en nuestras prácticas sociales, nos encontramos muchas veces con que los intereses de los destinatarios no siempre coinciden con los intereses de los equipos de trabajo, ni tampoco entre ambos actores y las organizaciones que los financian o apoyan. La construcción de prácticas legítimas está relacionada con tres de las paradojas que hemos trabajado anteriormente: paradoja 3 (entre la idea de que la validez de las acciones se funda en los destinatarios; y otra concepción que entiende que la práctica es válida independiente de estos aspectos), paradoja 4 (entre una práctica asentada en convicciones éticas y exigencias de coherencia entre el pensar y el hacer, y la necesidad de resolver problemas concretos y reales, acciones y decisiones que a veces no se corresponden a dichos principios) y paradoja 6 (entre prácticas que se realizan en instituciones fuertemente estructuradas y la necesidad de impulsar acciones innovadoras). La creación prácticas legítimas se refiere a poder encontrar un brecha que te permite actuar, teniendo en cuenta los objetivos de la organización, tus propios objetivos como trabajador y los propios objetivos de los sujetos por los cuales estas interviniendo. Esta brecha puede generar prácticas superadoras que no sólo intervengan en el problema concreto del sujeto sino que generen un cambio en la manera de proyectarse frente a la vida.

Contenido

ACERCA DE LOS INTERESES INSTITUCIONALES Y DE LOS ACTORES

Tensión entre la estructura institucional y los intereses de los distintos actores de las prácticas

Entre los miembros del equipo de trabajo pueden existir discordancias a la hora de determinar dónde se asienta la validez de las acciones que se generan, si éstas deberían partir de los destinatarios o si son válidas independientes de éste aspecto.

Muchas veces la negociación, entre los intereses de los distintos actores (equipos de trabajo, institución y los destinatarios) se lleva a cabo de manera tácita y no existe institucionalmente un espacio donde se revelen de manera abierta los mismos. Dicho choque tiene como resultado la superioridad de los intereses de la institución por sobre los de los de algunos miembros del equipo y los de los destinatarios de la práctica. Los intereses de los miembros del equipo de trabajo también pueden quedar relegados a los de la institución, en el sentido de que cualquier instancia novedosa imaginada o pensada tiene pocas posibilidades en relación a esos arraigados intereses institucionales.

Superar los espacios individuales de poder y construir alternativas de la práctica para mejorarla

En la medida en que los intereses de los equipos de trabajo que ejecutan una práctica (y las organizaciones que los alojan) no siempre están en total congruencia con los intereses de los destinatarios, se establece proceso de negociación que puede tener diversos resultados: a) la primacía de los intereses de un actor sobre otro; b) la construcción de una nueva alternativa de práctica que tome en cuenta ambos; c) el quiebre de una práctica y su consecuente finalización por la imposibilidad de establecer acuerdos.

Muchas veces se establece una primacía de los intereses de un actor sobre otro. En este contexto no sólo intervienen los intereses del equipo de profesionales sino también juegan los de los destinatarios. De esta manera prevalecen espacios individuales de poder sobre el objetivo principal de la práctica.

Efectivamente en ocasiones se da la primacía de los intereses de una actor social por sobre los de otro, sin embargo, es necesario considerar espacios colectivos que permitan generar nuevas ideas, aportes, reflexiones, etc.; surgiendo además la interrogante de ¿Quién lo define?, debiéndose construir nuevas alternativas de practica que contribuyan al mejoramiento de la intervención y al beneficio directo de nuestros usuarios/as.

Explicitar los intereses de los distintos actores para mejorar la práctica

Hacer explícita la tensión entre los intereses de los distintos actores podría constituirse en el primer paso para la construcción de un espacio necesario -en el que los interesen se transparenten para dar lugar a un proceso de negociación- para la construcción de una nueva alternativa de la práctica y para un mejor desarrollo de la misma. Una práctica legítima depende de la forma en que realmente se lleva a cabo y de cómo se tienen en cuenta los intereses de los actores.

Esto pudiese llevarse a cabo a través de la cración de mesas de diálogo, en donde se genere el espacio para la exposición del sentir de los actores, lo cual sirva de base para la cosntrucción de nuevas alternativas de práctica.

Creemos que es necesario este espacio de diálogo, pero nuestra experiencia nos refleja que solo el espacio no basta sino se emplea una metodología que ayude a promover la confianza necesaria para la explicitación de los intereses de los distintos actores.

Identificar intereses comunes en la construcción de la práctica

¿Cómo se construyen prácticas legítimas? ¿Qué son practicas legítimas? Construir prácticas legítimas tiene que ver con la identificación de los intereses comunes que se ponen en juego entre todos los participantes. Conocer los diversos intereses es clave para construir la práctica, ya que necesitamos que cada uno ocupe su lugar y aporte su saber. Los intereses comunes son un lugar de intersección y es el espacio que posibilita trabajar juntos.

Los objetivos de la práctica se deben priorizar frente a posiciones individuales

El objetivo común de la práctica hacia el cual todo el equipo de trabajo tiene que apuntar debe dejar de lado subjetividades u observaciones individualistas. El objetivo se tiene que encontrar por encima del afán de sobresalir de manera personal e individual frente a destinatarios. Es importante no pensar que se sabe todo lo que se necesita, ignorando que la práctica es un aprender diario. En nuestra práctica los objetivos son consensuados y además se comprometen formalmente a través de convenios, por lo que no cabe ninguna posibilidad de que las acciones de la práctica y las de los profesionales, se aparten de la consecución de aquellos. Lo que sucede, sin embargo, es que existen profesionales que se destacan por su ejercicio y compromiso, sin tener ellos la intención de sobre salir o cambiar las orientaciones de la práctica. Lo que es bueno, toda vez que las acciones se hacen eficientes y eficaces en el logro de los objetivos, esto incrementa la calidad y eleva los estándares de atención a los usuarios. Los mismos usuarios, a veces, perciben las diferencias de trato, de compromiso, de disposición, de escucha, de acompañamiento, de confianza y estímulo de las propias capacidades que le transmite el profesional o el técnico, en contraste con otras experiencias de falta de interés, indiferencia y escasa estimulación que el profesional o el técnico ejerce en su atención al usuario. Volviendo, entonces, a lo anterior, respecto de que la práctica nos introduce en un aprendizaje permanente, es necesario disponerse a aprender también, de los destinatarios. ¿Podríamos trabajar más la idea de un juego dialéctico, frente al cual es posible encontrarnos cada vez que analizamos la interacción de profesionales y técnicos, con los destnatarios?. Si la interacción es sana, el destinatario puede reconocer méritos en el profesional o en el técnico, puede asignarle autoridad cómo guía, como acompañante en sus dificultades las cuales debe resolver y lo va a destacar de manera natural, al margen de las intenciones profesionales o técnicas. La sabiduría popular sabe reconocer, en una interacción sana, cuando alguien se destaca en su quehacer. También sabe reconocer cuando la interacción es insana y a veces se estimulan debilidades humanas que enredan la interacción, surgen manipulaciones, victimización y obstaculizan procesos importantes de crecimiento personal y social.

En este punto es muy importante considerar espacios para el cuidado de equipo, en donde podamos determinar que nos pasa a nosotros al momento de intervenir, con nuestros prejuicios, con el sufrimiento del otro,etc. Por esto, este espacio debiese propender a que se pueda reflejar actitudes de sí mismo y del otro, criticar de manera constructiva, etc.

Construcción de legitimidad institucional

La construcción de la legitimidad institucional se relaciona con el grado de congruencia o acuerdo entre lo que los destinatarios ven o esperan de la organización/institución/programa, y lo que la propia organización ve o espera, o proyecta de sí misma. Esta falta de coincidencia puede redundar en una mayor o menor legitimidad institucional, es decir, una mayor o menor adherencia a la propuesta de trabajo, o mayor o menor participación de los destinatarios.

En el mismo sentido, la legitimidad institucional se relaciona con el modo en que una organización valida su hacer institucional: respetando o adhiriendo en primer lugar a los deseos o necesidades de los destinatarios, o bien, definiendo objetivos y estrategias de trabajo/evaluación independientemente de las necesidades o deseos de los destinatarios. Esta disyuntiva alude directamente a las instancias de negociación entre los actores involucrados.

Muchas veces los intereses de los equipos de trabajo y de gestión institucional no siempre están en total congruencia con los intereses de los destinatarios, en estas condiciones surgen algunos interrogantes: ¿puede ser válida una propuesta de intervención independientemente de lo que piensen o sientan los destinatarios? ¿Sólo se valida la gestión institucional en la medida que las acciones o programas que se impulsen adhieran -en primer lugar- a los deseos o intereses de los destinatarios? ¿Cómo intervienen en la resolución de estas disyuntivas los equipos de trabajo? ¿Cómo juegan las estrategias de gestión institucional en la construcción de la legitimidad? La legitimidad institucional es una construcción que se relaciona -de este modo- con la capacidad de negociación de los actores involucrados.

Por otra parte, surge la interrogante de como se logra construir la legitimidad cuando existen contextos de obligatoriedad, en donde hay medidas judiciales que originan el ingreso al centro para recibir atención, lo que conlleva a la interrogante de ¿Es posible negociar en este contexto?

Es de total importancia este punto ya que la construcción de la realidad depende de la apropiación de la problemática, considerando las interrogantes y soluciones de todas las partes involucradas, para que la intervención sea adecuada.

NECESIDADES DE LOS DESTINATARIOS

Realizar intervenciones de acuerdo a las necesidades de los destinatarios

Para poder hacer un trabajo de intervención se requiere indagar en las necesidades e intereses de la población. Esto se vuelve complejo en instituciones en las que existen diferentes culturas entre los destinatarios (diversas creencias, ideales, prioridades de vida, escala de valores) y lugares de origen (campo o ciudad, región o departamento del país). En muchas oportunidades dichas diferencias entran en tensión con el nuevo contexto familiar e incluso con las perspectivas puestas en práctica por los mismos profesionales de la institución. Por este motivo, los planes de intervención deben ser particularizados para cada usuario y deben partir de las necesidades específicas evidenciadas a partir de una valoración diagnóstica.

De acuerdo a lo anterior, es de total relevancia adecuar la intervención a la realidad en que nos encontramos para construir el futuro de nuestros usuarios.

¿Pueden los destinatarios conocer lo que necesitan?

¿Pueden los destinatarios conocer totalmente lo que necesitan? ¿Existen necesidades que, aunque no se vean a primera vista, son tan o más importantes que las que ellos manifiestan? ¿Pueden distinguir lo que es urgente para ellos de lo que realmente es importante?

Muchas veces los destinatarios tienen que enfrentar una serie de carencias y necesidades que les impiden tomar las decisiones que los acercan a los objetivos de la práctica. Frente a esta situación, los miembros de la institución pueden tener la capacidad de ver lo que los otros no ven y ayudar a reconocer los recorridos acordes a lo que se busca.

Los profesionales pueden reconocer las necesidades de los destinatarios, ayudar a identificarlas y resolverlas. En este horizonte la legitimidad de la práctica está asegurada. En este caso, el equipo empieza "solo", pero termina "junto" a los otros. Este recorrido legítima la práctica.

Considerar las experiencias de los destinatarios y la de los miembros de la institución

No queremos poner todo el peso del rumbo de la organización en los destinatarios (si bien es el fundamental) porque la experiencia de los que conforman la organización también cuenta. Quedarnos únicamente con la voz del destinatario puede ser peligroso, ya que muchas veces no es conveniente porque no siempre se enmarca en una lógica que tenga en cuenta el interés colectivo.

Nuevamente nos hace sentido la importancia de la negociación, puesto que tanto las experiencias de los destinatarios como la de los miembros del centro, deben ser consideradas,analizadas, con el fin de generar acuerdos.

Por lo tanto, se vuelve a destacar la relevancia de la co-construcción, manteniendo un equilibrio entre los deseos del usuario y el manejo técnico del profesional, para lograr una intervención óptima que considera ambas perspectivas, tal como es la intervención con el modelo narrativo.

LEGITIMIDAD A PARTIR DEL APRENDIZAJE QUE POSIBILITA PRÁCTICA

Construir teoría desde la práctica

La legitimidad de la práctica social será posible cuando un marco teórico permita leer lo que pasa con las situaciones abordadas, pensando en un dispositivo de intervención, realizando capacitaciones y construyendo teoría a partir de la práctica. La legitimación va ser posible siempre y cuando haya un aprendizaje real y pongamos en juego un saber que reemplace al anterior.

Generar conocimiento desde la práctica

Muchas veces los destinatarios no conocen sus propios intereses y necesidades. Cuando esto sucede, la práctica –junto a la confrontación y la toma de conciencia del grupo de trabajo - se convierte en una herramienta que permite identificar problemas y ayuda a resolverlos. La legitimación tiene que ver con la posibilidad de obtener aprendizajes a partir de las prácticas. Hay legitimidad cuando los participantes y el equipo que interviene generan conocimiento desde la propia experiencia.

Aquí será importante lo que el usuario tenga que decir respecto a lo que aprendió durante su proceso y tratamiento. Además, sería necesario e importante considerar lo que los profesionales aprendieron de la intervención con cada usuario y así poder ampliar la mirada acerca de un problema determinado.

Construcción de nuevos saberes y aprendizajes

En todo espacio de trabajo hay construcción de nuevos saberes y aprendizajes para quienes lo integran, principalmente cuando hay una actitud de escucha y apertura a diferentes miradas sobre el objeto de conocimiento. El "saber popular" construido a partir de la experiencia concreta enriquece permanentemente y ayuda a agudizar el "sentido común". La construcción colectiva del conocimiento no siempre se desarrolla fácilmente. A veces se generan resistencias frente a lo nuevo por parte de los destinatarios o del equipo. Las instancias de evaluación compartida son un buen espacio para resolver estas diferencias, intentando que las situaciones dilemáticas se transformen en problemáticas a las que se les pueda buscar una solución consensuada. De esta manera se construyen nuevos saberes y aprendizajes, tanto por las conclusiones a las que se arriba sobre la temática abordada, como durante el proceso de intercambio que enriquece a las personas individual y grupalmente.

El saber tiene que llevar al protagonismo y a la participación. Una participación que se establezca desde la experiencia, la pregunta, la duda y la certeza. Como dijo Paulo Freire una de las condiciones para pensar acertadamente es que no estemos demasiados seguros de nuestras certezas. Con esta actitud de apertura, tratando de comprendernos, de entendernos, de modificar nuestros puntos de vista y de reconocer las diferencias, se podrán construir nuevos saberes en un proceso de aprendizaje colectivo.


Desde nuestra experiencia hemos incorporado espacios ludicos y recreativos para los actores en donde se facilita la expresión de las vivencias, sentimientos y quereres.Esto genera un crecimiento personal que redunda en beneficio propio y de los destinatarios.

El trabajo en grupo en la construcción de saberes

El trabajo en grupo es importante para construir saberes y aprendizajes. No es sencillo conformar un “grupo”. Es diferente a una suma de individualidades que se reúnen en torno a una mesa. Requiere organizadores externos, tarea, roles y mutua representación interna.

El saber popular es uno y el profesional es otro. Esto lleva a la construcción de roles y a lugares distintos dentro del grupo. Surgen las preguntas: ¿en qué lugar me veo? ¿en qué lugar veo al otro?

Lo anterior declara la importancia del trabajo en equipo, donde cada miembro se hace participe del trabajo específico a su función, de acuerdo al objetivo que el equipo quiera logra, con el fin de realizar una intervención hermenéutica con el usuario.

Ajustar la práctica a partir de las modificaciones del contexto

Muchas veces a los equipos técnicos les cuesta capitalizar las lecciones aprendidas. Una práctica que no sufre ajustes es una práctica inocua. La realidad es cambiante, sufre transformaciones por diversas razones y es menester estar atentos, con todos los sentidos puestos en las amenazas y oportunidades que los escenarios ponen a nuestros pies. Los destinatarios y los cuerpos técnicos tienen que ser capaces de ir a la par con la vigilancia de contexto, a fin que puedan siempre responder oportunamente a los desafíos que la práctica se propone.

El diagnóstico como tarea previa a la intervención

La legitimidad también está relacionada con cuánto conocemos el escenario sobre el que tenemos intención de trabajar y en qué proporción de dicha realidad podemos incidir y contribuir a su transformación. Cuando realmente nos tomamos el trabajo de levantar diagnósticos iniciales o líneas de base, tenemos más oportunidad de pautar una intervención acorde con las necesidades en ciernes. En algunas oportunidades no hay dinero para realizar estas tareas previas, de manera que consultamos indirectamente la realidad y creemos que como técnicos podemos saber "lo que la gente necesita". Resulta por ello muy complejo conciliar nuestros saberes como técnicos y lo que la realidad nos ofrece como necesidad imperiosa a atender.

Claramente el trabajo debe cimentarse en un diagnóstico de necesidades que permita conocer la realidad en que se encuentra inserto el usuario y así visualizar el abánico de posibles soluciones, recursos,fortalezas y oportunidades con que cuenta.

LEGITIMIDAD Y SENTIDO DE PERTENENCIA

Apropiación de la práctica

La legitimidad de la práctica se puede vincular al sentido de pertenencia desarrollado por los participantes. Si bien este es un proceso en construcción, el protagonismo de los destinatarios puede establecer un constante espacio de legitimidad. Es decir que, si la práctica ha instalado una necesidad o una inquietud que vaya por encima de la organización que la genera, esta se vuelve legítima y es "tomada" por los destinatarios como parte de su propia vida. En estas condiciones, aunque la práctica finalice y/o el presupuesto se agote, la misma gente buscará luego de la experiencia algún tipo de reconstrucción.

De lo contrario, cuando la “legitimación” de las prácticas se da a través de lo que creen los participantes de la organización que los destinatarios desean o necesitan, los proyectos no se desarrollan con participación.

Participación y compromiso

Para que pueda lograrse un cambio real y significativo en la vida de una persona, este debe surgir desde el interior hacia el exterior. Se pueden realizar actividades que modifiquen el contexto y lograr un impacto que no perdurará en el largo plazo. Es por eso que existe la necesidad de que los participantes se involucren y sean los protagonistas de su propio cambio. La legitimidad se gana no sólo con la participación física, sino –y sobre todo- interna –es decir con el convencimiento de los destinatarios acerca del proyecto.

Cuando en una práctica aparecen intereses diversos por parte de los actores involucrados, esto debe ser fuente de una reflexión que indudablemente enriquece la práctica, da la posibilidad de repensarse y de buscar alternativas que contribuyan a los intereses de todos. A su vez, estas acciones en las que los miembros sienten que son tenidos en cuenta y que sus apreciaciones son importantes, inciden en los índices de permanencia y participación.

La participación y el sentido de pertenencia aseguran resultados

La participación (activa, protagónica, sensible, trascendente) de los destinatarios es la mejor medida para indicar si la propuesta alcanzó la legitimidad esperada. Es una suerte de péndulo. Al inicio de una intervención la legitimidad es la que más está en entredicho; pero luego, conforme avanza por buen derrotero, se internalizan discursos y acciones que permiten la apropiación y el sentido de pertenencia en niveles que aseguran los resultados finales.

Falta de participación y pérdida de legitimidad

Es difícil legitimar una práctica si la comunidad con la cual se trabaja no responde, ya sea porque no la ven necesaria, no consideran importante su participación o simplemente la creen importante pero esperan que otras personas asuman la responsabilidad. No se puede hablar de legitimidad si las personas a las que la práctica se dirige no participan de la misma.

En este sentido, se suscita también mayor o menor participación por parte de los usuarios, lo que va de la mano a las necesidades, intereses y prioridades que cada usuario establece.

Participación continua por parte del equipo

Una práctica que no tiene continuidad para cumplir sus objetivos no es legítima. Debe haber un hilo conductor seguido por los actores en cada paso. Esta continuidad se logra con la generación creciente y sostenida de la energía puesta en la tarea. Puede haber retrocesos, pero las tareas deben ser encauzadas a la mayor brevedad. La presencia permanente del equipo es una fuente de seguridad insustituible. Sin prisa, sin pausa y sin desmayos emotivos.

ESTABLECER ESPACIOS DE NEGOCIACIÓN

Desarrollar prácticas en las que no prevalezcan unos intereses sobre otros

Para que una práctica pueda ir construyendo legitimidad debe abordar algunas problemáticas y carencias que se relacionan, entre otras cosas, con la generación de un espacio (concreto y formal) de participación, diálogo y negociación entre los distintos actores. La generación de espacios y las actitudes negociadoras acerca de aquellos aspectos contradictorios y paradojales de las prácticas, deben ser revisados y repensados permanentemente para poder ser resueltos. Esta es una posibilidad no sólo de modificar el hecho de que unos intereses prevalezcan sobre los otros, sino también de negociar y consensuar prácticas democráticas que beneficien a todos los protagonistas del proyecto. En otras palabras se tiene que tener en cuenta la negociación y la mediación en la práctica social para una mejor convivencia.

Dificultad de negociar e imposición de criterios

De acuerdo a ciertos contextos en los que se desarrollan las prácticas (falta de compromiso, de entusiasmo, entre otras cosas) la negociación no siempre resuelve las cuestiones que se presentan. La experiencia de algunas prácticas demuestra que si bien no se puede ser inamovible en las propias ideas, muchas veces es difícil o imposible negociar (lo cual impide seguir adelante con el proyecto). En este contexto una de las alternativas que se presenta es la imposición de criterios.

Nuestra experiencia nos ayuda a ver que es muy importante en este caso el rol que cumple el líder. Sin perder la apertura, una actitud clara y firme ayuda a mantener los principios y objetivos de la institución.Esto genera seguridad y a la vez una definición mas acotada del rol que debe ocupar cada actor.Consideramos también que los destinatarios no son solo los jóvenes a quienes servimos, sino también los actores.Un actor que se siente acompañado, puede acompañar a los demás.

Necesidad de una actitud abierta para negociar

La legitimidad de las prácticas sociales tiene muchos aspectos a tener en cuenta. Por un lado está la necesidad de negociar los intereses institucionales y los intereses de los destinatarios. Esta capacidad de negociación es fundamental para el alcance de los objetivos, pues requiere de una actitud abierta, capaz de ponerse en el lugar del otro y de entender sus puntos de vista, así como de dar a conocer los propios.

Cuando se parte de una actitud abierta para la negociación se establece un avance en el proceso, pues -además de los intereses- lo que también está en juego es la emocionalidad, la motivación y la historia de los sujetos participantes. Cuando se logra esta negociación de intereses se puede sostener la práctica.

LEGITIMIDAD Y OBJETIVOS COMUNES

Dificultades presentadas frente a la falta de objetivos comunes

La legitimación de la práctica social se ve desdibujada en virtud de que no existen relaciones en el interior de la institución que funcionen con objetivos comunes. La especificidad de las distintas profesiones no genera enriquecimiento mutuo y, en estas condiciones -cuando hay que resolver situaciones complejas- no existe implicación común. La situación mencionada -de tensión interna institucional- conlleva a que no se establezcan estrategias de intervención frente a los problemas a resolver que, frente a dicha falta de mediación, se pueden recrudecer. En otras situaciones, dicha ausencia, puede impulsar una sobre exigencia de los participantes de la organización en los proyectos en curso, teniendo finalmente que cerrar o priorizar unos sobre otros.

Generar y evaluar objetivos comunes a partir de las necesidades de los destinatarios

Es indispensable el encuentro con el destinatario, ya que si este no se realiza los objetivos de las acciones ejecutadas no pueden ser evaluados. Las evaluaciones tienen que dar cuenta de esta participación en pos de ponerla como un pilar fundamental a la hora de generar una actividad. El destinatario debería tener un papel activo desde el momento en que la práctica es planificada hasta su posible evaluación -reconociendo el objetivo de la misma para poder contribuir a los logros esperados. Es por esto que, teniendo en cuenta esta visión, los objetivos de la organización y de los que en ella trabajan van a permitir constituir prácticas legítimas que puedan superar actividades “inconscientes” o puramente asistenciales.

Para llegar a lo anteriormente dicho es esencial generar estrategias que posibiliten conocer la visión de los destinatarios, ya que de lo contrario se sigue adelante de acuerdo a los principios de la organización y de sus trabajadores y no se consideran aquellos que son fundamentales para los beneficiarios.

En este sentido la legitimidad de las prácticas está ligada al trabajo conjunto entre el equipo de profesionales y el público destinatario, ya que de esta manera se podrán considerar las necesidades, gustos y preferencias de los destinatarios y no solamente del equipo profesional y de la institución. Más allá de que es importante dejar en claro los lineamientos y objetivos que la institucion se propone, se vuelve fundamental brindar el apoyo necesario para el cumplimiento de las actividades planificadas en conjunto.

Reformular objetivos junto a los destinatarios

Una práctica va a constituirse legítima cuando se hayan formulado y/o reformulado sus objetivos junto a los destinatarios. Estos objetivos tienen que encajar dentro de los objetivos institucionales y el equipo profesional los tiene que conocer e interiorizar para su ejecución. Estos objetivos guiarán toda la práctica. Por otro lado, durante todo el proceso de la práctica, conjuntamente con los destinatarios, se tendrán que revisar los avances así como reformular nuevos cuando los anteriores se hayan cumplido, no se ajustan a la realidad o frente a cambios en la misma. El análisis que realizan los destinatarios de las situaciones problemáticas que viven, sus causas y consecuencias, así como el planteamiento de objetivos y nuevas metodologías como alternativas de solución, legitiman la práctica.

La práctica es legítima además si lo que hacemos con participación de los destinatarios y las destinatarias ayuda a transformar su realidad, su vida, su comunidad. Y a mejorar situaciones problemáticas, por ende que sean procesos que la misma comunidad o grupo busque seguir.